martes, 1 de noviembre de 2022

COMO HOMBRES



Dedicado a Anita Mesa, creadora de como hombre, la idea de cómo sería el mundo si los roles entre hombre y mujer fueran al contrario. 


Andrés: ¡ay no Jairo, es que la historia de los hombres ha sido muy difícil! ¿Vos te imaginas que hubiéramos sido así de libres como las mujeres?  
Jairo: Ja! ¡Yo sería un puto! Me vestiría como me diera la gana y me comería todo lo que pasara por ahí … ¿vos te imaginas?
A: Mira, yo tendría tantos cambios por hacer, empecemos por lo físico. 
J: si, si … por lo físico ... yo no me afeitaría a diario, ¿vos te imaginas donde se usará la barba? Ay eso sería regio porque no tendríamos que levantarnos tan temprano todos los días. 
A: ¿Quién sería el hijodeputa que se inventó que éramos lampiños? Es que eso si es mucho odio por los hombres. 
J: Yo apuesto que fueron las mujeres en cualquier momento de misandria, además ellas también decidieron que si éramos barrigones no éramos dignos de amor. Mi papá desde muy chiquito me decía: “A los gorditos solo los quiere el papá” y yo por eso tengo tantos problemas con la comida. 
A: Yo, digamos que, si fuera como las mujeres, dejaría de ponerme esos zapatos de material incomodos, es que no hay derecho que uno se ponga unos tenis y se vea tan mal vestido. 
J: ahh y opíname los calzoncillos hilo dental, que para estar más sexys … como si tener ese hilo metido en la raja fuera cómodo, además que a mí me toca hacerme la cera porque si no quedo con el copete asomado. 
A: Jairo no me hagas reír, pues claro que nos tenemos que hacer la cera, sino como seria ponernos tanga en una piscina, además que yo siempre veo a las mujeres desfilando sus barrigotas, felices y todos nosotros flacos y tapándonos con la toalla por acomplejados. ¿Pero sabes que haría yo también? Dejaría los tratamientos faciales y los tintes del pelo ¿Vos te imaginas donde pudiéramos tener arrugas y las canas se nos vieran sexys? Ya muchos amigos progresistas lo hacen, pero yo todavía no tengo tanta personalidad, voy cada tres meses a ponerme mi bótox y obvio cada 15 días mi henna para que no se me vean las raíces. 
J: Me haces caer en cuenta del cuidado del pelo, ¿vos te imaginas solo con shampoo y listo como mi esposa? Si yo con todos los productos que me pongo y se me ha caído la mitad, o ¿vos te imaginas si fuera bonito ser calvo? 
A: ay eso sería lo máximo, pero y aparte de lo físico ¿qué cambiarias?
J: uy en lo laboral muchas cosas, por ejemplo, que fuera acoso que las viejas se lo morboseen a uno en los pasillos, o que le miren el culo sin disimular, a mí en la oficina me han tocado unas del terror. 
A: ay ¿sabes yo que? Que Milena deje de pensar que me “ayuda” con los niños, como si no fueran de ella también, o que las labores de la casa no fueran “mi labor” como si los dos no trabajáramos. 
J: pero es que los papás crían esas hijas llenas de atenciones, entonces se casan pensando que uno tiene que hacer lo mismo.
A: Claro. Y es como si no se les ocurriera ser distintas o como si fueran merecedoras de todas esas atenciones. ¿Vos te imaginas que no hubiera que tenerles la comida lista? Ay o ¿Qué ellas recogieran la mesa?
J: Pues Carolina piensa que los platos vuelan del comedor a la cocina y que el papel higiénico mágicamente aparece en el baño después de que se acaba. Ah no se si te pasa, pero como deja ese baño después de bañarse, es como si hubiera pasado un sunami por ahí. ¿Qué les costara secarse dentro de la ducha? Pero ella sale empelota y mojada desfilando por toda la casa, me mira y se sacude como bailando mapalé, mientras yo salgo de la ducha, completamente seco y tapado con la toalla y si se me cae, salgo corriendo para que no me vea. 
A: Otra cosa que haría si fuera mujer es contarle a mi esposo cuanto me gano, yo no entiendo porque eso es un secreto tan grande, además no le pediría toda su platica para la casa, es que no te imaginas Jairo, es como si fuéramos de dos estratos, ella toda platuda y yo ahorrando para la barbería. 
J: ahh pero es que vos sos muy bobo, yo si no me la deje montar, yo no sé cuánto se gana Carolina pero casi todo lo paga ella, unas por otras mijo … 
A: Bueno si, fui muy bobo desde el noviazgo, pero es que me sentía todo empoderado y por eso quería demostrarle que yo también podía pagar. Mucho bruto, y desde ahí ya perdí.
J: Ay Andrés pero yo hablando con vos digo estas cosas porque tampoco quiero ser como esos machinazis que hay por ahí, quejándose a toda hora del matriarcado, eso me da hasta vergüenza, nos hacen quedar a todos super mal. Si ya hasta los españoles se están dejando barba y se han dejado de poner calzoncillos que porque son una represión. Siquiera mi papá ya está en los cielos porque donde oyera eso le da un infarto. 
A: ay no mijito, pero es que alguien nos tiene que defender, sino fuera por esos hombres seguiríamos sin votar … eso si yo quiero criar a mis hijos bien liberales, por lo menos con las labores de la casa. El tema sexual es otra cosa, que tal un hijo de uno por ahí repartiéndoselo a todo el mundo, coge fama y ¡se queda sin casar!
J: Bueno Andresito usted charla muy bueno, pero me tengo que ir a calentar comida, que tal que llegue aquella y yo no este. 
A: Bueno Jairito otro día seguimos soñando …

lunes, 6 de junio de 2022

RUTA 33


Es difícil sentarme a escribir este obituario. Hernán fue un gran amigo, una gran compañía y un gran lector. Parecía una casa de citas, siempre que te sentabas a hablar con él traía de referencia, como mínimo, cinco escritores en los cuales enmarcaba sus diálogos. 

Recuerdo cuando éramos jóvenes y nos interesaban más los libros que el trabajo, él un intelectual, yo más de la onda de socializar, sin embargo, éramos los mejores amigos. Recuerdo mucho su juventud un flacucho, fumador empedernido y con las prioridades donde eran. Gran amante de los perros, de su pareja y sus amigos. 

¿Qué puedo decir de este amigo del alma? Si, del alma, nuestras almas eran amigas no solo de esta vida. ¿Qué poder decir en esta despedida que tanto nos duele a todos, pero sobre todo a su Sara su esposa, niñas y perros? Creo que lo único que puedo hacer es contar alguna anécdota que nos saque una sonrisa en medio de la pena, así que tratare de contarla como la contaba él. 

“Cualquier fin de semana, cuando quedábamos muchos amigos de ir a la playa a hacer un buen asado, era yo obviamente el encargado por ser el argentino viviendo en España y aunque eran pocos los españoles, pues el resto de mis amigos, Colombianos, Venezolanos, Peruanos y demás, me designaban para manejar la parrilla. Aquí les enseñe esa bella costumbre de tener el vaso del parrillero siempre lleno, así que al final no se sabía quién estaba más prendido, si la carne o yo. Ese día estaba bien caluroso el ambiente así que decidieron tomar tinto de verano, un brebaje no se inventado por quien, un insulto al vino, pero qué más da, igual también emborracha. Como era de costumbre salí dando tumbos y para no perderme entre la multitud, porque a las cinco nos sacaban a todos de la playa como era la norma en mi ciudad, vi un bolso amarillo lleno de toallas que llevaba Marta, en medio de mi rasca le dije a mi cerebro que se concentrara en seguir ese amarillo. No sé qué paso, si alguien tenía el mismo bolso y si me volví un poco daltónico por el brebaje, pero en cualquier parte del camino empecé a seguir otro bolso, igual de grande, pero de otro color, convencido que era Marta. La seguí hasta el bus y allí ya bien tranquilo de que me iría a casa a dormir esta perra, me relajé y me quedé dormido casi al instante. Lo siguiente que supe fue que me despertó el chofer del bus en la última parada diciéndome que me tenía que bajar, claramente la del bolso no era Marta y yo estaba al otro lado de la ciudad. Convencí al chofer para quedarme en el bus hasta donde me había recogido y yo pudiera tomar la ruta 33 para volver a casa, el señor entendió mis razones y me dejó. Creo que no me pudo levantar porque me volví a despertar nuevamente en la misma parte, pero ya con el bus parqueado y cerrado con llave. No tuve más alternativa que esperar al chofer hasta su hora de empezar ruta para salir del bus y tomar un taxi que me llevara a mi casa y mis amigos pagaran porque yo me había despertado sin un duro.”

Saber si la historia es verdad o no ya será imposible, a mí la verdad me pareció una buena excusa que Hernán invento para que su novia de ese momento no supiera que en aquella playa conoció a Sara. 









sábado, 9 de abril de 2022

EL COSTO DE MI ELIXIR


 

Cuando estaba estudiando literatura en la universidad fue la primera vez que la oí mentar, en mi pueblo Santa Lucia nadie conocía, ni consumía drogas. En la universidad en Caracas, por el contrario, era muy común que, en cada fiesta, se tuviera una mesa dedicada a todo tipo de sustancia. Yo siendo niña de pueblo solo probé dos, la maría y la coca, todo muy sanito.

 

Esos momentos se sienten tan lejanos. Los añoro tanto, no se en que momento mi vida logró complicarse de esta manera …

 

Cuando me gradué con honores de la universidad, inmediatamente conseguí trabajo en la mejor editorial del país recomendada por uno de mis profesores. Todo era perfecto, graduada y con el trabajo perfecto. A medida que pasaban los días mi gran desempeño me conseguía escalar posiciones en la empresa hasta que llegué a lo que siempre soñé: Editora en jefe.

 

El ambiente en mi trabajo siempre fue competitivo y poco amigable, cada uno debía defenderse por sí mismo y brillar, así tuviera que pisotear a alguien más. No era que yo hubiese cambiado, era lo normal en el gremio así que nadie lo veía mal. Pero al estar en una posición superior cada cual debía esforzarse y defenderse para que nadie lo hiciera caer, obvio la posición venía con enemigos propios.

 

Siempre tuve una vida medianamente tranquila, trabajo, casa, casa, trabajo, todo el tiempo dedicado a ser la mejor, pero conocí a Alberto, el hombre que nunca se hubiera fijado en la pueblerina, pero en la Editora en jefe sí.

 

Un hombre 10, apuesto, deportista, carismático y exitoso profesionalmente. Para mi fue una real sorpresa que empezara a llamarme, siguió siendo una sorpresa cuando nos volvimos novios y más aún cuando me pidió matrimonio.

 

Esa vida tranquila dejó de serlo, debía tener más horas al día para rendir en mi trabajo y ser feliz con mi hombre soñado, las 8 horas de sueño ya eran demasiado, además necesitaba más energía para que nadie me quitara mi rol en la editorial.

 

No quería renunciar a nada y algunos de la oficina usaban esa ayudita que yo nunca había necesitado porque tenía todo el tiempo para la editorial. Inicialmente una de mis compañeras me vio con ojeras y muy cansada en el baño, arreglándome para salir con Alberto y me regaló un poco. Esa noche fue la mejor, salimos a una discoteca y fuí la sensación, estaba arrolladora, lo que para Alberto fue lo mejor. Era el hombre más envidiado del sitio.

 

Al despertarme al día siguiente fui a buscar a mi compañera y le pedí otro poco para pasar el día, fue lo mejor: energía, euforia, concentración para todo, reuniones, manuscritos, cuentas, en fin, era como mi mejor versión. Al descubrir mi elixir mágico decidí contactarme con el proveedor y pedirle una cantidad apropiada para tener en mi escritorio, y en algunas ocasiones, un poco en mi cartera.

 

Siempre me cuidé muchísimo de la cantidad que consumía porque no me podía permitir que Alberto sospechara de mi pequeña ayuda,  y menos que la editorial supiera que su Editora en Jefe era una adicta. Con pocos inconvenientes logré ocultarlo por dos años, tanto que fui, sin que Alberto se diera cuenta, con la excusa de que iba a visitar a una prima lejana a mi pueblo, a un centro de rehabilitación.

 

Todo fue bien hasta que en el trabajo el ambiente se volvió más competitivo que nunca ya que dos jóvenes muy talentosos y solteros aspiraban a mi puesto dentro de la editorial y, para colmos, Alberto decidió que era el momento perfecto para tener hijos. En la primera noche que tuve que pasar sin dormir para estar a la par en mi trabajo, recaí y volví a consumir mi elixir mágico.

 

No sé en que momento se me ocurrió que lo dejaría, era mi ayuda, era mi energía, era lo que me permitía tener a Alberto y mi trabajo soñado, nada me convencería nuevamente de dejarlo, ¡que locura!

 

Logré convencer a Alberto que no era el momento de tener hijos y decidimos hablar del tema un año después. Sin embargo, me pidió que empezáramos a hacernos exámenes físicos para prepararnos, yo acepté, pero debía encontrar una salida para tener unos exámenes falsos.

 

En la medida que pasaban los días todo se fue complicando, las exigencias de mi trabajo eran cada vez mayores, razón por la cual tuve que incrementar el consumo de mi elixir, pero esto me volvía a ratos muy irritable, en ciertos momentos me daban temblores, fiebre, agitación y mi salud mental estaba teniendo momentos oscuros, aunque en ese momento no lo notaba.

 

Alberto muy preocupado me llevó donde un médico, en ese momento pensé que todo era el fin, el médico inmediatamente me vio la nariz lo supo, tenía perforado el tabique nasal, sin embargo, le pidió a Alberto examinarme a solas, tal vez sí notó en mi mirada mis ruegos para que no dijera nada frente a él. No se si fue suerte o maldición, pero justo encontré un médico que fue adicto a mi elixir en la universidad, así que estaba dispuesto a ocultar mi conducta para darme una oportunidad.

 

El diagnóstico inventado para Alberto fue una rara enfermedad autoinmune que atacaba mi sistema nervioso, así que todo coincidía. Pero este fue el principio del fin, Alberto preocupado por mi salud, sin querer sospechar de mi adicción y en su afán de una cura milagrosa para que pudiera convertirme en mamá, comenzó a exigirme trabajar menos, alegando que necesitaba más descanso, a mi esto me asfixiaba, yo necesitaba todo ese tiempo para conservar mi lugar en la editorial.

 

Para no tener ningún tipo de discusiones con él, esperaba hasta que se durmiese para empezar a trabajar hasta la mañana siguiente, obvio tuve que incrementar el consumo de mi elixir porque en la editorial ya me estaban hablando de un cambio de trabajo. La falta de sueño combinado con el aumento de dosis acabó con mi salud mental.

 

Empecé a sentir que mis enemigos me querían hacer daño y empecé a sentir que Alberto era su aliado. Sospechaba de él y de todos en todo momento, hasta revisaba la cocina en busca de veneno.

 

En la editorial hace mucho sabían de mi condición, pero yo lo desconocía, solo estaban esperando la razón perfecta para despedirme. Llegó el día en que mi jefe entró en mi oficina y yo estaba con todos los manuscritos regados en el piso y tenía el escritorio boca arriba buscando micrófonos, así que inmediatamente me mandó a una evaluación psicológica y ese mismo día mandaron todas mis pertenencias a casa.

 

Yo enloquecí, llegue a casa y busque todo el elixir que tenía con la idea que me haría ver todo diferente, con la idea que, si lo consumía me sentiría poderosa y encontraría un trabajo aún mejor, pero algo pasó, nunca supe como, ni porque, terminé en un cuarto blanco de paredes acolchadas.

 

Yo solo recordaba a mi enemigo persiguiéndome para hacerme daño, pero mi elixir me salvó, porque yo era más fuerte y pude defenderme tirándolo por la ventana, fue casi milagroso, mi elixir salvó mi vida.

 

Me dicen que fue una sobredosis y lograron salvarme, pero antes de que mi organismo se desconectara en un ataque de furia, gritando cosas que nadie entendía, empujé a Alberto por la ventana.

 

No se que es verdad ni que es mentira, solo que todo se ve blanco.